viernes, 8 de abril de 2016

El sitio estratégico que desató la guerra

Por Gustavo Carabajal - LA NACION
Por estar cerca de un nudo de transportes, los "clientes" llegan más fácil


Durante los últimos cuatro años, el fenómeno narcocriminal y de violencia que dominaba la villa 1-11-14, en la zona del Bajo Flores, se trasvasó al centro porteño, en la villa 31. La mudanza tuvo un motivo: la ubicación estratégica en Retiro, punto de partida de tres líneas de trenes, una cabecera de subte y el lugar de paso de por los menos 27 líneas de colectivo. Esta localización les garantizaba a las bandas narco mayor afluencia de consumidores, lo que implicaba un aumento en el volumen de la venta de estupefacientes de todo tipo.

Por el control de ese territorio se inició una guerra entre bandas de narcotraficantes que vieron la oportunidad de multiplicar el volumen de distribución que tenían en la villa 1-11-14,situada en una zona más aislada de la Capital, de acceso más complicado y no tan masivo.

A raíz de esa guerra, los mismos niveles de violencia que se registraban en la villa 1-11-14 se multiplicaron en la villa 31. Así, el asentamiento de Retiro comenzó a ser copado por los cómplices de Alionzo Ramos Mariños, alias Ruti, y Marco Estrada González, alias Marcos, los dos jefes narcos peruanos que se enfrentaron por el dominio del Bajo Flores.

Tal presunción se fundó en las investigaciones encaradas por varios fiscales de instrucción porteños, que advirtieron que la mayoría de los siete homicidios ocurridos entre el 26 de diciembre y el 10 febrero últimos tuvieron como móvil ajustes de cuentas entre narcos. Esa hipótesis surgió cuando se estableció que varias de las víctimas tenían relación con integrantes de las bandas dirigidas por "Ruti" y por "Marcos".

Con uno de los extremos de la villa 31 lindante con la terminal de ómnibus de Retiro, los narcos tenían la ventaja estratégica de obtener allí los envíos de cargamentos de droga. Hechos que parecían robos a las bodegas de los ómnibus eran, en realidad, rescates de encomiendas con estupefacientes.

De William Morris a Retiro

Otro factor que favoreció el crecimiento de la actividad narcocriminal en la 31 fue la oferta de droga a menor precio. LA NACION fue testigo en varias oportunidades de conversaciones entre pasajeros de los furgones de alguna formación del tren San Martín que bajaron en Retiro para comprar droga en la villa.

"Lo que en José C. Paz o William Morris se vende a 200 pesos, en la 31 se consigue a la mitad", se le oyó decir a uno de ellos antes de internarse en alguno de los pasillos de la villa pegada a la terminal de trenes.

Sucede algo similar con el "paco". La dosis de esa droga se ofrece en la villa 31 a no más de 30 pesos, mientras que un dealer del conurbano pide entre 50 y 60 pesos. Si bien la diferencia de valores no parecería sustancial, resulta clave para el consumidor, porque el "paco" es más adictivo que la cocaína y se consumen más dosis.

A no más de 25 cuadras de la Casa Rosada y casi pegado al lujoso Puerto Madero, el trasvasamiento de las organizaciones narcocriminales de la villa 1-11-14 a la villa 31 se concretó ante la pasividad de los responsables del área de seguridad de la administración anterior. Así fue que las bandas se instalaron y crecieron a pocos metros de los tribunales federales de Comodoro Py, del edificio Centinela, sede de la jefatura de la Gendarmería Nacional, y de la comisaría 46» de la Policía Federal.

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