lunes, 6 de junio de 2016

Argentina tiene destruida toda su infraestructura de transporte

Ministro. En su área hay cuestiones pendientes que aluden a la infraestructura y a la movilidad sustentable.Por Enrique Garabetyan - Perfil.com
Se propone reducir los costos logísticos. Habrá inversiones en trenes, autos y aviones. Su objetivo final, la movilidad sustentable.


Ministro. En su área hay cuestiones pendientes que aluden a la infraestructura y a la movilidad sustentable. | Foto: Cedoc

Fuertes críticas a la herencia recibida y los ambiciosos planes que buscan cambiar el panorama del transporte en Argentina, fueron los dos puntos sobre los que Guillermo Dietrich, ministro del rubro, se explayó ante PERFIL tras asistir a la reciente reunión anual del Foro Mundial de Transporte (IFT), realizada en Alemania.

El Foro, una organización intergubernamental que depende de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reúne a 57 países y –cada año– ministros, expertos y empresas de este rubro se reúnen para, durante tres días, debatir las nuevas tendencias que moldean la regulación del transporte. Y este diario asistió, por invitación de la propia OCDE, a la más reciente reunión que se realizó en Leipzig.

“Argentina tiene destruida toda su infraestructura de transporte. Es como si hubiera pasado por una guerra”, es la síntesis de Dietrich a la hora de definir con qué se encontró al asumir el ministerio, apalancado en su anterior gestión como subsecretario de Transporte del Gobierno de la Ciudad. Y para revertirlo coordinó un nuevo proyecto ambicioso: “nuestro Plan de Infraestructura de Transporte implica una inversión de US$ 26 mil millones para los próximos cuatro años, que se financiará –básicamente– con créditos multilaterales y aportes del Tesoro. Y es integral ya que abarca todo, incluyendo autopistas, trenes, puertos y aeropuertos y la hidrovía”.

La idea-fuerza del Plan es atacar los problemas de logística que dificultan la competitividad de la economía argentina. “Queremos bajar los costos logísticos internos drásticamente, porque hoy el flete marítimo es barato para todo el mundo”. De hecho, según Dietrich, actualmente es más caro transportar cargas entre –por ejemplo– el puerto de Hamburgo y la ciudad de Munich, en Alemania; que lo que cuesta atravesar medio planeta, desde China hasta Hamburgo.

Apuesta. Uno de los temas centrales de esa edición del IFT fue la acelerada transición hacia los vehículos eléctricos y autónomos, sin chofer y que no emitan gases que estimulan el cambio climático. Sin embargo, según Dietrich, el problema inmediato en Argentina es el exceso de autos circulando y sus enormes congestiones de tránsito. “Eso no se soluciona con vehículos eléctricos. En el mundo ya hay 1.200 millones de autos y se estima que podría llegar a los 2 mil millones en dos décadas. Lo correcto es priorizar el alcance y la calidad del transporte público”.

Por otra parte, el ministro propuso analizar cuidadosamente las inversiones. “Los autos eléctricos pueden ser muy atractivos y servir para el marketing, pero también son muy caros. Por ejemplo un colectivo eléctrico cuesta hasta un millón de dólares. Nosotros pensamos que –hoy por hoy– conviene más invertir ese monto en, por ejemplo, nuevas líneas de metrobus. En el futuro, cuando tengamos la infraestructura podremos evaluar los de motores a electricidad”.

—¿Cuáles son las prioridades?
—Aunque no parezca, el AMBA cuenta con una de las mejores redes de transporte de los países en desarrollo. En cobertura puede competir con el mundo desarrollado, aunque claramente en calidad estamos muy por debajo. Tenemos casi 900 kilómetros de vías de trenes, más de 17 mil colectivos, subtes y taxis. Pero nuestro gran problema es que el sistema fue diseñado en forma radial, convergiendo hacia el centro de la Ciudad. Y es complejo moverse en forma transversal, algo que se nota mucho con las autopistas: está la Panamericana, Acceso Oeste y el Acceso Sudeste, pero no tenemos anillos de circunvalación. Por eso estamos trabajando en infraestructura para transporte público en forma transversal, además de mejorar las líneas que convergen hacia el centro. Nuestra apuesta es un plan completo de nuevos metrobuses. Y no sólo para Buenos Aires. También para otras ciudades: ya anunciamos proyectos para Santa Fe y Rosario y estamos estudiando Córdoba, Corrientes y Neuquén. Todo con financiamiento de Nación”.

—¿Y con los trenes?
—Vamos a avanzar con el sistema RER, que permitirá unir las líneas principales de trenes que tienen sus cabeceras diseminadas en Retiro, Constitución, Once, etc. Algunas serán con plataformas elevadas y otras con túneles. Nuestro objetivo final es que un viaje que hoy lleva una hora y medio combinando tren, colectivo y subte, se pueda hacer en 45 minutos y cambiando el medio de transporte en un mismo andén.
—¿Pero eso no es un proyecto faraónico, como el tren bala?
—Un “tren bala” cuesta más de US$ 10 mil millones y el RER implica una inversión de US$ 2 mil millones. Además tiene un impacto mayor en la movilidad pública y se hace en entre 6 y 8 años. De hecho, ya empezamos a sacar licitaciones, como la de la estación subterránea de Constitución y la de la extensión y elevación del Belgrano Sur hasta Constitución. En cuanto a la futura estación subterránea bajo el Obelisco está con los pliegos abiertos, y se reciben propuestas de mejoras. Hay que aclarar que para la primera etapa ya tenemos financiamiento y hay organismos multilaterales interesados en sumarse. No pensamos que el dinero vaya va a ser un impedimento para estos proyectos.
   —¿Qué pasa con los trenes al interior?
Por ahora nuestra prioridad absoluta es mejorar los trenes de carga, De manera de evitar que la mayor parte de las mercaderías se muevan en camión. Lo que buscamos es que el crecimiento económico de los próximos años esté apalancado –desde el punto de vista logístico– sobre el transporte ferroviario. Porque si queremos seguir sacando nuestras cosechas con camiones, el sistema colapsa.
    —¿En qué modelo piensan? ¿Estatal o privado?
—Estamos pensando en un modelo inspirado en el sistema alemán, donde el Estado es dueño y administra la infraestructura y hace correr sus propios trenes y servicios. Pero tiene la obligación de permitir circular a otras compañías que –pagando un canon– puedan competir entre sí. Hoy en Alemania, el 70% de los trenes son estatales y el resto privados. Y se logró que el mercado total de transporte ferroviario creciera. Por eso pensamos un rol para el Estado y otro para privados, siempre con la intención de bajar el costo de logística.

  —¿Y en otros rubros?
   —Todos son importantes. Por ejemplo, ya estamos haciendo inversiones en aeropuertos, como el de Tucumán. De hecho, en cuatro años vamos a modernizar la red de aeropuertos invirtiendo $ 13.500 millones. En materia de autopistas vamos a terminar el período con 3 mil kilómetros nuevos construidos y pensamos certificar –en lo que queda de 2016– obras por $ 34.500 millones. Además, tenemos proyectos para mejorar los ingresos a los puertos, algo muy necesario como conoce cualquiera que haya visto el ingreso de camiones al puerto de Buenos Aires. Y no me quiero olvidar de mejoras en la hidrovía.

   —En la reunión del IFT se habló mucho de autos eléctricos y robóticos.
   —Es cierto que el mundo atraviesa un proceso de automatización y se vienen los vehículos autónomos. Pero me parece que Argentina tiene cuestiones a resolver en el corto plazo que no son éstas. Antes de pensar en automatización tenemos que hacer la infraestructura básica, y en lugar de pensar un “tren bala”, queremos tener trenes normales confiables y accesibles. La verdad es que no siempre se justifican ciertas inversiones y claramente hay temas de transporte en los que el primer mundo lleva adelante una discusión muy diferente de la que tienen las naciones en vías de desarrollo. Hoy nuestra prioridad es que la gente pueda tener transporte público y viajar bien, cómoda y segura. Y poder poner tecnología para mejorar la calidad de servicio con cosas muy simples y básicas, como saber cuánto tardará en llegar el próximo tren, subte o colectivo.

Versiones de cierre
  —Hace muy poco los gremios hablaron de cierres, por ejemplo del Belgrano Norte.
  —Todo lo contrario, nuestra intención es hacer crecer el sistema de transporte público, haciéndolo más eficiente, y ejecutando el plan más ambicioso en décadas. Por ejemplo, ya estamos resolviendo uno de los déficits centrales de seguridad, con la licitación para instalar –en todos los trenes– sistemas de frenado automático, lo que mejora la seguridad de los pasajeros, y especialmente de los trabajadores ferroviarios. Estamos haciendo inversiones donde no se ve: vías, seguridad, frenos y renovación de sistemas eléctricos. Lo que se dijo del cierre es por la  caída en la calidad de servicio del Belgrano, que se debió a que quedaron pocas locomotoras funcionando por la falta de inversión en el último lustro. Así un servicio que funcionaba cada 8 minutos pasó a 25. Para resolverlo ya anunciamos un plan de mil millones de pesos para ponernos al día con la renovación de vías y estaciones. Nuestra idea es recuperar el Belgrano Norte en no más de un año.

Más ciclovías
 A pesar de provenir de una familia dedicada al mundo automotor, se sabe que Dietrich es un fan de la bicicleta, a tal punto que suele ir a su oficina montado en una. Según le dijo “ya creamos una Subsecretaría de Movilidad Saludable y desde allí estamos firmando acuerdos para asesorar y para financiar a municipios de todo el país, con la intención de que diseñen y construyan nuevas ciclovías. Ya estamos trabajando en ciudades del Chaco, Córdoba, Neuquén y Santa Fe y Rosario. Y de la misma manera estamos ayudando a expandir los sistemas de bicicletas públicas a diferentes locaciones del país. Por ejemplo en Mendoza ya está funcionando un sistema similar al de Buenos Aires”.

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