martes, 11 de abril de 2017

Jugada política para esconder una derrota

Jugada política para esconder una derrotaPor Julio Blanck - Clarin.com
Vidal, frente a la huelga, consiguió hacer abrir las escuelas y funcionar los comedores escolares.


Acto y paro: en un abrazo al Congreso, Ctera anunció otra huelga para hoy (Diego Díaz)

El paro nacional convocado para hoy por los sindicatos nacionales de docentes es un manotazo político, una jugada que busca cambiar el escenario tratando de disimular la derrota sufrida por ese sector gremial en la provincia de Buenos Aires. Allí, el viernes último, el Frente Gremial que los agrupa tuvo que levantar la huelga después de tres semanas. El líder kirchnerista Roberto Baradel, de Suteba, había entrado en un imparable tirabuzón de desgaste. El conflicto chocó contra la posición firme de la gobernadora María Eugenia Vidal y también, al final, con la opinión de los propios docentes, que en distintos gremios votaron por levantar el paro, volver a las aulas y seguir reclamando por otros medios.

El primer indicio de esta táctica de cambiar el escenario del conflicto lo había dado el jueves la jueza laboral Dora Eva Temis, cuya cercanía con la agrupación kirchnerista Justicia Legítima nunca fue desmentida. Firmó un fallo que obliga al Gobierno a convocar a la paritaria nacional docente. La nacionalización del conflicto es el camino elegido por los sindicatos para mantener en pie sus reclamos y erosionar al gobierno de Mauricio Macri.

El motivo aducido para la huelga de hoy es la acción violenta que desplegó la Policía de la Ciudad, el domingo por la noche, para impedir que un grupo de dirigentes y activistas del gremio montara, sin autorización del gobierno porteño, una “escuela itinerante” frente al Congreso. El propósito era establecer allí un lugar de protesta permanente contra el Gobierno.

La organización nacional docente CTERA había comunicado a las autoridades la realización de un acto en ese lugar público. El Gobierno porteño sostiene que nunca dijeron que pensaban montar allí una estructura semipermanente.

Los pelotones antidisturbios tiraron gas pimienta y avanzaron sobre los dirigentes y activistas, golpeando a varios de ellos. Los sindicalistas aseguran que la acción policial se desató sin incidentes previos y sin que siquiera fuera cortado el tránsito frente al Congreso. Cuatro personas resultaron detenidas. El dirigente docente y miembro de la central sindical CTA, Tito Nenna, informó algunas horas después que todos habían sido liberados.

Nenna, que fue diputado por el kirchnerista Frente para la Victoria, sostuvo que “Macri dio la orden de reprimir”. Lo mismo había dicho Baradel en el lugar de los hechos, según consignó ayer el diario Página 12.

La secretaria general de CTERA, Sonia Alesso, que reúne a los gremios docentes de todo el país y convocó al paro de hoy, sostuvo que seguirán su lucha por la paritaria nacional y una nueva ley de financiamiento educativo. Y afirmó que “no vamos a permitir que se toque a un maestro, es un límite ético”. El vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, replicó que los policías actuaron “de manera defensiva” porque “un grupo minúsculo empezó a generar violencia”. Es un contrapunto clásico: cambian los intérpretes pero se dice siempre lo mismo.

Si hubo actuación incorrecta y desmedida del personal policial, los responsables deberían ser sumariados y castigados. No está claro todavía si los hechos alcanzaron esa dimensión: después del disturbio no reportaron heridos ni los manifestantes ni las autoridades policiales, que lo suelen hacer.

Entre las reacciones políticas, sobresalió la respuesta veloz y compacta de los ultra K. El domingo a la noche Cristina aludió al tema en su cuenta de Twitter. Su bloque de diputados, dirigido por Héctor Recalde, salió en respaldo de los gremios docentes y anunció una sesión especial en el Congreso por este tema. El Consejo Nacional del PJ, presidido por José Luis Gioja, tituló creativamente su comunicado: “Cambiaron globos con gas helio por gas pimienta y palos”. Consideró la acción policial como “una mancha muy negra para la democracia". El infaltable PJ bonaerense, conducido por Fernando Espinoza, se sumó más tarde con lenguaje encendido. Y el Instituto Patria, base de operaciones del cristinismo en Capital y GBA, repudió la represión, defendió la escuela pública y apoyó a los docentes. La presidenta honoraria de la entidad es Cristina. El presidente en ejercicio es Oscar Parrilli.

Para observar el costado político de este conflicto hay, al menos, tres ángulos posibles.

Uno. Los gremios docentes son el principal reducto sindical que conserva el kirchnerismo duro. A tono con la estrategia general de ese sector, que aún en retroceso mantiene su intensidad, debe entenderse cada acción pública como un intento de desgastar al gobierno de Macri y así, por hipotético contrapeso, fortalecer desde la política a Cristina, que está cada día más débil en la Justicia.

Dos. El rigor mostrado por la Policía de la Ciudad expresa un nuevo sesgo en el macrismo. Ya había actuado, con mucha más energía, la Gendarmería el jueves último, día del paro nacional de la CGT, cuando impidió que militantes del PTS cortaran la Panamericana. El Presidente, que el jueves felicitó por ese hecho a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, le venía reclamando a Horacio Rodríguez Larreta una acción más firme contra los cortes y piquetes. Macri está convencido que se llegó al punto donde las fuerzas de seguridad pueden actuar sin temor a un efecto negativo extendido en la opinión pública. Controlar el orden en la calle le permitiría al Gobierno encontrar aprobación aún en franjas sociales que no lo apoyan abiertamente, y a la vez polarizar más agudamente con un sector extremo y minoritario.

Tres. Los gremios docentes sostienen su pelea sobre un terreno en declive y resbaladizo. Las bases ya los obligaron a levantar la huelga en la Provincia. El Suteba de Baradel nunca difundió los resultados de la encuesta interna, como sí hicieron otros gremios provinciales para explicar por qué suspendieron los paros.

Una clave de la resistencia de la gobernadora Vidal fue que consiguió mantener abiertas las escuelas en las tres semanas de huelga. ¿El secreto? A fines del año pasado había llegado a acuerdos salariales con los porteros y auxiliares de las escuelas. Así, aún con altibajos, los comedores escolares funcionaron. Lo que no había era maestros dando clases.

Encima, Vidal planteó la discusión sobre el ausentismo, porque sostiene que si se corrigen los abusos habrá más dinero para repartir entre los maestros que trabajan. Ayer se sumó un dato estadístico revelador: según un informe de la Universidad de Belgrano, la Argentina es líder mundial en ausentismo docente. Ese registro en nuestro país es 1,7 veces mayor al de Brasil; 2,3 veces al de Chile; 3,5 veces al de México; 3,7 al de Perú y 59 veces mayor al de Corea del Sur.

Son hechos, no palabras.

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