martes, 9 de mayo de 2017

Libros y armas para defender la selva

POR SIMON ROMERO (New York Times) - TERRITORIO INDÍGENA ALTO TURIAÇU, Brasil — En las profundidades de la selva amazónica, un inusual escuadrón de combate está suelto.Uno de sus miembros pasó más de una década como activista ambiental en una organización sin fines de lucro. Otro estudió oceanografía ártica en Alemania. Su comandante enseñó ciencias en un secundario.
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Un escuadrón brasileño armado recorre el Amazonas y combate a mineros y taladores ilegales. (Lalo de Almeida para The New York Times)

Pero juntos forjaron una de las unidades de elite de combate más temidas de Latinoamérica, en las líneas del frente de la lucha de Brasil por frenar la destrucción del Amazonas.

“En el universo de las actividades ilegales en Amazonia, hay deforestación, prospección de oro, caza furtiva, tala clandestina y contrabando de animales”, afirmó Roberto Cabral, de 48 años, el comandante del equipo, quien sufrió un balazo en el hombro en 2015 mientras perseguía a hombres armados que desmontaban tramos de la selva. “Queríamos combatir estas actividades con el cerebro además de con botas en el terreno”.

En marzo, una unidad de nueve miembros, conocida como el Grupo Especializado de Fiscalizaçao, o Grupo Especializado de Inspección, emprendió un patrullaje extenuante.
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Miembros de un escuadrón de combate tiene que estar en guardia contra disparos de taladores mientras trabajan. (Lalo de Almeida para The New York Times)

El escuadrón, mejor conocido como GEF, por sus siglas en portugués, opera en algunos de los trechos más anárquicos y remotos de la cuenca del río Amazonas.

El GEF, que es parte de Ibama, la agencia de protección ambiental de Brasil, usualmente hace patrullajes en helicópteros, usando imágenes satelitales e inteligencia recopilada a través de oficinas regionales, para detectar la deforestación y las señales de minería ilegal.

La deforestación se disparó una vez más en la Amazonia brasileña, al aumentar en un 29 por ciento entre agosto de 2015 y julio de 2016. Unas 800.000 hectáreas de selva fueron destruidas, de acuerdo con el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil.
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Mauricio Brichta, de 44 años, era un oceanógrafo que estudiaba algas del Ártico en Alemania antes de unirse a Ibama. Como casi todos los demás en la unidad —que incluye a ingenieros forestales, un biólogo de la vida silvestre, un especialista en pesquerías, incluso alguien que trabajaba en publicidad— Brichta dijo que nunca hubiera esperado tomar las armas para proteger el Amazonas. Antes de esta etapa en su vida, era un papá que se quedaba en casa en Yakarta y Nueva York, donde su ex esposa trabajaba como diplomática para el ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil.

Tras volver a Brasil, Brichta dijo que el sentido de idealismo de la agencia y los pasos que había tomado para combatir la deforestación lo atrajeron a Ibama.

Para ingresar al GEF, completó un agotador curso de supervivencia, cuyas pruebas incluían saltar de helicópteros, buscar alimentos en la naturaleza, y entrenarse para balaceras y peleas a navajas.

El segundo día del patrullaje de GEF, el escuadrón divisó un aserradero improvisado cerca del Territorio Indígena Alto Turiaçu. “Vi su helicóptero aterrizar en un claro, como una escena de una película de Hollywood”, dijo Francinaldo Martins Araújo, de 43 años, que llegaba en su camioneta para comprar pedazos de madera desechada del aserradero.
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La deforestación está al alza de nuevo en Brasil tras un periodo breve de índices más bajos, dicen funcionarios. (Lalo de Almeida para The New York Times)

Los miembros del escuadrón incendiaron el aserradero y destruyeron hornos para elaborar carbón.
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Unos minutos después, uno de los pilotos observó un camión en un camino de taladores. La unidad saltó de los helicópteros en un claro cercano, mientras un miembro agujereó el tanque de combustible del camión y prendió fuego al vehículo. Luego llegaron los gritos desde la selva. Dos miembros del GEF se toparon con un tractor. Una motosierra, aún caliente tras ser usada minutos antes, estaba clavada en un árbol.

Los taladores lograron eludir al escuadrón. La unidad empezó el largo recorrido de vuelta a los helicópteros en la humedad extrema.
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“Nunca soñé que sostendría un rifle en las manos para defender la Amazonia”, dijo un miembro de 44 años del GEF, un ex activista ambiental que rehusó dar su nombre por temores de seguridad. “Pero ésta es una guerra, y la guerra puede abrirte los ojos sobre lo que se necesita hacer”.

Un escuadrón brasileño armado recorre el Amazonas y combate a mineros y taladores ilegales. Miembros de un escuadrón de combate tiene que estar en guardia contra disparos de taladores mientras trabajan.
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La deforestación está al alza de nuevo en Brasil tras un periodo breve de índices más bajos, dicen funcionarios. Un escuadrón patrulla áreas de Amazonia tan remotas que tardan días en llegar en barco o camión.

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